miércoles, 22 de septiembre de 2010

La espantosa miseria generada por los Kirchner.

El modelo de exclusión social K
A pesar de los datos del INDEC que usa Cristina Fernández de Kirchner para describir una Argentina maravillosa, el modelo es de una fuerte exclusión social que denigra a la población con los mendrugos que les deja la política K.

Por Roberto Cachanosky


En sus cotidianos discursos, Cristina Fernández nos cuenta los logros del modelo productivo que vienen llevando a cabo Néstor y ella desde el 2003. En cada discurso la presidente nos pinta un país que económicamente, según su descripción, Suiza queda a la altura de un poroto al lado de Argentina. Para contarnos ese maravilloso tiempo único que vive la Argentina suele recurrir a datos que, obviamente, salen del INDEC, institución que fue masacrada en su calidad técnica por el informe que elaboraron 5 universidades nacionales por pedido de Boudou, el ministro que el día que tenía que recibir el informe tuvo un problema de agenda y no pudo recibir a los representantes de las universidades para que le contaran lo que habían descubierto.

Pero volviendo a los discursos de Cristina Fernández, en los que suele abundar en datos del INDEC, en la producción récord de autos y otros números más para mostrar su éxito, uno podría contraponer al mundo maravilloso que nos pinta con los siguientes datos, tomando como referencia 2003, el inicio del modelo K:

1) en 2003 la producción de petróleo fue de 42.966 miles de m3 y en 2009 bajó a 36.162 miles de m3, una caída del 16%.
2) en 2003 la producción de gas fue de 51.008 miles de m3 y en 2009 bajó a 48.418 miles de m3, una baja del 5%.
3) la refinación de naftas disminuyó de 6.255 miles de m3 a 6.035 miles de m3.
4) la producción de trigo fue en la campaña 2002/2003 de 12,3 millones de toneladas y en la campaña 2009/2010 solo de 7,5 millones de toneladas, mientras que la superficie sembrada fue de 6,3 millones de hectáreas para bajar a 3,5 millones.
5) la producción de girasol, siempre comparando las mismas campañas que para trigo, bajo de 3,7 millones de toneladas a 2,3 millones, en tanto que el área sembrada se redujo de 2,4 millones de hectáreas a 1,6 millones.
6) el stock ganadero cayó en 5 millones de cabezas aproximadamente gracias a la política populista de carne barata para todos que implementó el gobierno, lo cual llevó el precio a niveles altísimos y hoy la gente, luego de la fiesta populista, paga la carne como si fuera oro y, encima, bajó el consumo por habitante a unos 59 kilos por año.
7) de acuerdo a un informe de la UADE, hoy el salario nominal medio puede comprar aproximadamente la mitad de metros cuadrados que podía comprar en 1997, que es el año base de la serie de la UADE.
9) siendo que las propiedades se comercializan en dólares y considerando que el metro cubierto de venta hoy es más caro que en la convertibilidad, vale el siguiente dato: en 1998 el stock de créditos hipotecarios rondaba los U$S 15.000 millones mientras que hoy apenas araña los U$S 5.000 millones, un tercio del stock de aquél año. Y este no es un dato menor porque quienes antes compraban con créditos hipotecarios generalmente eran matrimonios jóvenes que compraban su primer departamento de 2 ambientes o quienes necesitaban más espacio porque se agrandaba la familia. Es decir, el perfil de comprador de inmuebles actual es de sectores de muy alto ingreso, que hace sus operaciones de contado, mientras que el de aquellos años era de un perfil de ingresos medios que lograba salir del alquiler para comprar, pagando una cuota.
10) en 1998 se escrituraron 107.184 propiedades en Capital Federal, en 2008, antes de la crisis del 2009, las escrituras fueron de 69.097 unidades, incluso en el 2003 las escrituras habían sido de 83.915. Y, como si este dato fuera poco elocuente, le cuento al lector que en el recesivo y conflictivo 2001 la escrituras sumaron, siempre en Capital Federal, 79.760 unidades, más que las 69.097 del maravilloso e imparable modelo actual Argentina según Cristina Fernández.

Los datos podrían seguir, como, por ejemplo, que en los 90 no hubo inflación y hoy los precios se disparan al 27% anual mientras que el rubro alimentos se ubica en un incremento del 35% anual. Solo en el los primeros 8 meses de este año, el rubro alimentos subió el 27,5%. Los rubros que más crecieron entre diciembre del año pasado y agosto de este año, según el IPC de BAC, fueron: alimentos y bebidas (+27,5%), atención médica y gastos de salud (+21,2%) y educación (+17,8%). Justamente, los tres rubros básicos que son alimentos, salud y educación son los que más aumentaron. Como puede verse hay una enorme distancia entre el discurso de Cristina Fernández en que dice trabajar para los más humildes y el resultado que ha obtenido. Claramente su política económica ha sido perjudicial para los sectores más humildes porque lo que más aumentó de precios fueron los alimentos, la educación y la salud.

Y no podía ser de otra forma porque su estrategia no consistió en crear un contexto adecuado para atraer inversiones que aumentaran los puestos de trabajo y la productividad para mejorar los ingresos reales, sino que se limitó a redistribuir tanto stocks (caso carne vacuna que nos comimos el stock ganadero) como los flujos mediante más presión impositiva e inflación. Lo que buscaron los Kirchner en todos estos años no fue crear las condiciones para que la gente tuviera la dignidad de ganarse el pan de cada día con su trabajo sino que se limitaron a mantener a la gente en la pobreza sometiéndola a la cultura de la dádiva. Para comer, previamente la gente tiene que escuchar algún discurso de Cristina, concurriendo al acto y luego recibir las dádivas correspondientes.

Un modelo de inclusión social, como suele decir Cristina Fernández, implica crear puestos de trabajo, más productividad y salario real. El modelo de los Kirchner es de exclusión social porque justamente no crea esas condiciones y hace que la gente dependa, cada vez más, de las dádivas del gobierno. Por el contrario, es un modelo que va configurando una sociedad de gente sometida al gobernante de turno, a la cual se la despoja de incentivos para progresar en base a su trabajo, ahorro y esfuerzo personal. Digamos que no solamente es un modelo de exclusión social sino que, lo más grave, denigra a la población al hacerla dependiente del gobernante de turno para poder comer, y eso no es trabajar para que los más humildes puedan superarse, sino que, por el contrario, es trabajar para denigrarlos como seres humanos.

Por eso, cuando en el acto de Luna Park, Cristina Fernández acusó a la clase media de volátil (seguramente porque no la vota) que quiere separarse del laburante, de los morochos, como dijo en su discurso, cometió un grave error de concepto. En primer lugar porque la clase media es tan laburante como el obrero de la construcción o el de la industria metalúrgica y, en segundo lugar, porque la clase media está mucho más junto de los morochos, como dice Cristina Fernández, porque todos los días transita las calles, trabaja en empresas en las que comparte sus puestos de trabajo con los morochos, es la que contrata al personal doméstico, etc. Tal vez Cristina Fernández haya perdido noción de la realidad porque el común de la gente no se va los fines de semana en avión al Calafate, ni se mueve en helicópteros por la ciudad. Toma un subte, un colectivo, un tren y ve la pobreza en cada semáforo de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires o el interior del país.

A toda esa gente humilde que sobrevive en esta Argentina económicamente destruida, no se la puede ver desde el helicóptero, el avión o desde el atril de una tribuna. Esa gente está a distancia del palco y solo asiste al acto para poder recibir los mendrugos a los que les permite acceder este modelo de exclusión social.

En síntesis, más allá de sus discursos y sus datos basados en el INDEC, este modelo ha sido fuertemente excluyente de los más humildes al punto que los denigra como seres humanos.

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