martes, 21 de septiembre de 2010

La sicopatologia de Nestor Kirchner.

Neurosis Narcisista

La histeria es un mecanismo psíquico de defensa y de resistencia de enorme energía, propio y característico de personas con una marcada neurosis narcisista.

Por Roberto Fernández Blanco


Cuando un (o una) narcisista transita por una etapa de apariencia exitosa y de euforia, su perfil narcisista se acentúa hasta llegar a considerarse a sí mismo el eje de referencia y la medida de todas las cosas, convencido de que sus opiniones y afirmaciones representan juicios y verdades inconcusos.

El (o ella) se convierte en el universo e inexorablemente será la fuente y esencia de una concepción autoritaria.

Necesitado del halago del poder y del aplauso, encaminará sus pasos para reforzar su peculiar autoritarismo y para realimentarse con la suma de adhesiones de las cuales no necesitará discriminar formas o contenidos en tanto sean funcionales a su neurosis.

Toda frustración y/o contradicción para con sus ideas, exigencias y antojos la asumirá como antagonismo hostil, le provocará intensa y poco disimulable ira y le activará brotes de histerismo traducidos en expresiones paroxísticas, gritos de mando y acusaciones públicas, aparatosas gesticulaciones, agresividad incontenible, prepotencia y bravatas dirigidas contra quien o quienes no acatan sus imposiciones, no responden de acuerdo con sus axiomas, parecen agredir la esencia de su mundo y no actúan según sus gustos y deseos.

No puede tolerar que los otros perciban una realidad distinta de la que él ve o intuye ni que actúen independientemente de su tutelaje.

La vanidad y la soberbia son componentes inseparables de su personalidad.

Picos de desmesurada irritabilidad lo lanzarán enfurecido a descalificar y repudiar a quienes osen disentir con sus ideas y planteos, expulsándolos de su particular universo como muertos a los que imagina suicidados como inevitable camino de expiación ante la falta y la culpa que implican el haberlo opugnado.

Se siente inseguro y vulnerable en contacto abierto con el mundo externo al que compulsivamente rehuye para permanecer refugiado en ese útero que le representa el bunker integrado por aquellos que siente como devotos incondicionales.

Su corte íntima será reducida e impenetrable. Solo así se sentirá seguro y protegido.

Y en sus arrebatos de máxima conflictividad narcisista le será inevitable evidenciar públicamente sus profundos temores y mecanismos defensivos detrás de camufladas manifestaciones de bravura lanzadas con la angustiosa intención de reforzar y superar la endeblez de su andamiaje psíquico valiéndose de desafiantes exclamaciones con las que pretenderá espantar y ocultar sus miedos y-en particular-combatir las muy escondidas y alucinantes figuras fantasmagóricas que le socavan con temores los frágiles cimientos de su narcisismo.

Pero al paso que -lenta pero indefectiblemente- la realidad va sedimentando la verdad, se va debilitando la inconsistente burbuja de poder donde vanamente pretende resguardar su mesiánico autoritarismo.

Sin posibilidad de descarga, la violencia de su herido narcisismo se retroinyecta en su psiquismo para generar un proceso de somatizaciones por el cual los conflictos mentales pasan a convertirse en trastornos orgánicos de inusual intensidad, piel y mucosas irritables, disminución de la capacidad inmunológica, gastritis, ulceraciones, etc., que terminarán por angustiarlo, desmoronarlo e incluso enfermarlo de gravedad.

Únicamente en escasos momentos de fugaz lucidez su mecanismo defensivo puede impulsarlo a pensar en intentos de furtiva huída enmascarados como actos de renunciamiento, de desprendimiento y/o de grandeza, pero será la exigencia de su propia naturaleza narcisista la que le impedirá eludir su trágico destino terminando por caer, como Narciso, víctima de su propia disfunción.

Bien acaba de señalar el Papa Benedicto XVI en Polonia al más perverso representante de este peculiar tipo de narcisismo autoritario. El final de Hitler fue el suicido, terminando de completar así, ya sin posibilidad de retorno, su proceso de inevitable autodestrucción narcisista.

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